NO TE ENGAÑE
Ni los personajes ni la historia me pertenecen, yo solo realizo la adaptación, los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia a Natalie Rivers .
Sumario:
El magnate implacable y su amante embarazada tendrían un matrimonio… de conveniencia.
Edward Cullen tenía todo lo que un hombre pudiera desear: dinero, poder y cualquier mujer que se le antojara.
Edward creía que Bella Swan no era como las cazafortunas de clase alta con las que solía acostarse. Pero cuando la inocente joven inglesa le dijo que estaba embarazada, Edward creyó que era una trampa para atraparlo… y la abandonó de inmediato.Ahora quería a su hijo porque necesitaba un heredero para satisfacer los deseos de su abuelo moribundo. Por eso le ofreció a Bella un matrimonio de conveniencia… aunque su intención era hacer que ella cumpliera con sus obligaciones como esposa.
Capitulo uno
BPOV
Estaba embarazada.
Cerré los ojos e inspire con fuerza. Embarazada.
¿Cómo iba a decírselo a Edward?
Llevaba viviendo con él cinco meses, y durante ese tiempo había sido el amante más asombroso y atento que podría haber imaginado. Pero siempre había sabido que para él no era más que una relación temporal.
Edward me había prometido exclusividad desde el primer momento y, a cambio de su fidelidad, había exigido lo mismo de mi. Pero siempre había dejado claro que era una relación sin futuro. No habría compromiso a largo plazo y, categóricamente, nada de niños.
Pero yo estaba embarazada de ocho semanas. Lo que había empezado corno una gastroenteritis se había convertido en náuseas matutinas. Probablemente la gastroenteritis había sido la causa de que fallara la píldora.
Me estremecí de nuevo y mire mi reloj. Edward estaría esperándome en el palazzo, para saber qué me habla dicho el medico. Llegaría a casa en unos minutos.
De repente, a pesar de mi aprensión con respecto a darle a Edward la noticia, me encontré deseando estar con él. Un bebé podía no entrar en sus planes, pero yo no me había quedado embarazada a propósito. Edward lo entendería. Era un hombre rico y poderoso, acostumbrado a que las cosas fueran como él quería, pero era razonable. Se sorprendería, incluso molestaría, pero estaba segura de que cuando tuviera tiempo de absorber la noticia, todo iría bien.
Yo siempre había deseado tener familia y, la verdad, no se me ocurría nadie a quien prefiriera como padre de mis hijos. Era un hombre de negocios influyente con éxito, pero también había visto su lado tierno. No rechazaría a su propio hijo solo porque no hubiera entrado en sus planes.
El taxi de agua se detuvo ante la puerta del palazzo. La niebla apagaba los sonidos de la ciudad y sólo oía el golpeteo del agua contra los escalones de mármol. Pague al conductor y acepte su ayuda para bajar del barco. Edward salió para darme la bienvenida.
Me quede sin aire y titubeé en el escalón superior, absorbiendo la perfección masculina de Edward Cullen, mi amante. Media más de uno ochenta, era ancho de espaldas y se movía con la gracia y fuerza de un atleta. Tenía el pelo cobrizo, despeinado, dejando a la vista su frente y su bellísimo rostro.
Me había preguntado con frecuencia si llegaría a superar lo increíble que era. Daba igual que él hubiera estado de viaje de negocios unos días, o que hubiéramos estado separados unos minutos, cada vez que lo veía mi corazón se aceleraba y se tensaba de excitación. Tras conocerlo durante diez meses y vivir cinco con él, seguía apabullándome lo maravilloso que era estar con él.
–Por fin has vuelto –Edward me acarició con sus ojos verdes, se acercó y me rodeó con los brazos.
–Mmm –me acurruque contra su pecho y apoye la mejilla en el aterciopelado suéter negro de cachemira. Inspire con fuerza, inhalando su aroma. En sus bazos me sentía segura, mucho mejor. Las náuseas que había tenido en el taxi se convirtieron en algo del pasado.
–He intentado llamarte –Edward alzó mi rostro y me dio un beso suave–. Pero vi que te habías dejado el teléfono en el dormitorio.
–Lo siento –mire su atractivo rostro. Como siempre, su beso tenía el poder de hacerme olvidar todo–. Me olvidé de cargar la batería.
–¿Estás bien? – agarró mis manos–. Estás pálida y fría. Entra y siéntate. ¿Quieres beber algo caliente?
–Me apetece más un vaso de agua fría –conteste, dejando que Edward me guiara al estudio.
Después me pase los dedos por el pelo, volviendo a sentir aprensión. Por fin sabía por qué habían dejado de apetecerme el café y el té, y tendría que decírselo a Edward.
EPOV
–Creía que Carlo iba a llevarte a la consulta –dije, mientras ponía hielo y agua mineral en un vaso–. No me gusta que utilices taxis públicos, sobre todo cuando no te encuentras bien.
–Estaba bien –me tranquilizó – Pensé que así andaría un poco, el aire fresco me sienta bien.
–Si hubiera sabido que no irías con Carlo, te habría acompañado yo –dije, rodeando su cintura con un brazo y llevándola hacia el sofá que había junto a la ventana–. No sé cómo me convenciste para que no cancelara la reunión.
Volvió a pasarse la mano por el largo pelo castaño mientras se sentaba. La humedad había hecho que se rizara.
–¿Qué ha dicho el medico? –pregunte, mirándola con preocupación. Su rostro estaba increíblemente pálido y bajo sus ojos color chocolate había profundas ojeras–. ¿Necesitas tomar antibióticos?
–No –contesto. Volvió a pasarse la mano por el pelo y reconocí el gesto de nerviosismo. Con el tiempo me habla acostumbrado a su lenguaje corporal, pero no podía imaginar por qué estaba nerviosa.
–¿Que tienes entonces?
El temor de que fuera algo grave me atravesó como una flecha. Me arrodille a su lado y agarre sus manos. Pensar que Bella estuviera enferma era insoportable.
–¿Qué ha dicho el medico? –presione. ¿Tienes que hacerte más pruebas?
BPOV
–No –lo mire y dude. Sus cejas se habían juntado creando dos arrugas verticales entre sus ojos. Volví a maravillarme el increíble color verde.
Estaba preocupado. Debía decirle la verdad.
–Estoy embarazada.
No estaba preparada para lo que ocurrió continuación. Había esperado sorpresa, incluso Pero no ese dramático cambio en su expresión..., como si sus rasgos se volvieran duro y acero. Ni la brutalidad de sus palabras.–Haz el equipaje –se levantó de un salto y soltó mis manos como si no soportara tocarme. Y sal de casa.
me gusto este capitulo ya estare leyendo los demas a ver que pasa con Bella
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