domingo, 11 de julio de 2010

AMOR O INTERES CAPITULO 11

Ni los personajes ni las historia me pertenecen yo solo realizo la adaptación.

Capitulo 11

EPOV

Regresamos a nuestra casa en el helicóptero, Bella se abrazaba a mí, aun sentía miedo al estar volando sobre el mar.
Aunque mi esposa me había confesado la razón de su miedo, yo presentía que aun me ocultaba algo, por lo que antes de salir de la Isla le llame a mi primo Emmet para que investigara más sobre el pasado de Bella. En el momento que el helicóptero se disponía a aterrizar mi teléfono móvil sonó, era Emmet.
¡Edward puedes venir a tu oficina, encontré algo increíble de tu esposa!
¡Nos vemos en 20 minutos! ¡Gracias!- colgué
¿Que era lo que Emmet había encontrado de mi Bella? me tenia intrigado y al parecer mi rostro lo reflejo por que Bella me pregunto que me sucedía, le mentí diciéndole que era de la oficina
—Entonces, debes marcharte…- me dijo.
—No quiero dejarte. Ayer estuviste muy mal, y yo me siento responsable.
Mi esposa me sonrío, no entendía que podía ser lo que ella me ocultaba pero estaba apunto de enterarme.
Bella me dijo que sentía bien, al decirle que me llamara al móvil que si se ponía mal, me entere que ella no tenía ni celular, ni mi número de teléfono, lo cual me sorprendió mucho
—Te conseguiré un móvil y te meteré mi número. Al menor problema, quiero que me llames.
Tome de nuevo el helicóptero para llegar a mi oficina, ni siquiera me cambie de ropa.
Al llegar Emmett me esperaba afuera.
¡Te estaba esperando!- me dijo.
¿Qué encontraste?- le pregunte.
Es mejor que lo veas por ti mismo – me entrego un sobre – Toda la información esta ahí y es mejor que la veas solo, cualquier duda me llamas.
¡Gracias!- le dije
De nada, espero que resuelvas tu situación con tu esposa, hasta luego.
Hasta luego – me despedí.
Entre a mi oficina para ver el contenido del sobre, no podía creer lo que estaba leyendo, Isabella no había visto a su abuelo desde que era una niña, el no había pagado su educación, además de adolescente había tenido tres trabajos, Mi Bella no había sido una niña mimada de sociedad como yo pensaba, pero ¿por que no me lo dijo?, su falta de confianza me puso furioso, además ¿cual era el interés de su abuelo en que ella se casara conmigo?
Me fui a mi casa a pedir explicaciones a Bella.
—No… No tienes aspecto de haber tenido un buen día… —dijo.
Me pregunto si tenia hambre y le dije que no.
¿No me vas a preguntar si he tenido un día interesante en la oficina, amore?
—Has venido muy tarde, así que supongo que has estado muy ocupado… - me dijo
—Muy ocupado. Ocupado enterándome de muchas cosas interesantes de mi esposa. Hechos que ella no me ha contado aunque hemos pasado dos semanas conociéndonos.
Bella se puso pálida.
—Edward…
—Será mejor que me digas de qué estás hablando —dijo.
Sus palabras me causaron risa.
—¿Para qué? ¿Para qué calcules lo que sé y no me digas más? No te preocupes. Ya veo que guardas muy bien los secretos. Hoy me he enterado de unas cuantas cosas interesantes sobre tu vida. ¡Como que no veías a tu abuelo desde que tenías siete años! ¡Hasta quince días antes de nuestra boda no volviste a verlo! —fijó sus ojos en mí—. Así que, ¿quién pagó esas escuelas caras a las que fuiste?
—Conseguí una beca para estudiar música —dijo con voz débil—. No hubo que pagar – entonces estudio becada ¿Cómo fue posible siendo nieta de Swan?.
—Y, según las fuentes que me han informado, en la época de la universidad, tenías tres trabajos por lo menos. Trabajaste como camarera dos veces, y tocabas el piano en un bar. ¿Cómo conseguiste el título? ¿Cuándo estudiabas? – Le cuestionen necesitaba saber la razón por la cual necesitaba tanto dinero.
—Siempre estaba agotada, es verdad, No me asusta el trabajo.
Era un punto positivo en mi esposa que hubiera trabajado para solventar sus gastos personales sobre todo por que estaba sola desde que era una niña, pero tres trabajos se me hacían demasiados, ya que ella no parecía tener nada nuevo, toda su ropa la había comprado yo ¿adonde iría a parar ese el dinero de sus salarios?. Bella había luchado toda su vida, esa era la razón por la que se caso conmigo, simplemente ya no quería luchar mas, esa era su motivo para este matrimonio, pero ¿cual era la razón para que su abuelo estuviera tan interesado que me casara con ella?.

BPOV
Lo mire. Mi vida se estaba derrumbando delante de mis ojos. Si se lo contaba, arruinaría lo que habíamos construido en esos quince días. Él era un hombre justo y con un gran sentimiento de familia. ¿Cómo iba a contarle que lo había engañado de esta manera?
Unas lágrimas me resbalaron de mis ojos. Lo amaba. Y debía confesarle la verdad.
—Edward…
—Me parece que no va a gustarme lo que vas a decirme. Lo veo en tus ojos… Sabía que había algo detrás de este acuerdo. Pero mi padre es un hombre viejo y quería terminar esta enemistad de una vez. Y yo fui en contra de mi intuición y decidí confiar en él.
Cerré los ojos y deseé esfumarme.
—Como tu abuelo no se ha preocupado por ti, supongo que no le habrá importado tener nietos tampoco. Y como ésa era la razón supuestamente de nuestro matrimonio, se me ocurre que su venganza está ligada de algún modo a ese hecho. ¿Me equivoco?
Sentí náuseas.
—¿Isabella?
—La explosión me hirió gravemente. Y los médicos dijeron que no podría tener hijos.
Edward se puso rígido al oírlo.
—¿Qué estás diciendo?
—No puedo darte hijos, Edward. Jamás. No es posible.
Edward respiró profundamente.
—¿Y tu abuelo lo sabía?
—Mi abuelo lo sabe todo…
Edward se rió con desprecio.
—O sea que ésta es su última venganza. Privar a mis padres de los nietos que tanto desean y privarme de hijos —caminó una vez más por la habitación—. ¿Y tú estuviste de acuerdo? Tu abuelo es conocido por su malicia y manipulación; es un hombre sin moral alguna. Pero, ¿tú? ¿Por dinero has sido capaz de seguir con este engaño?
¿Qué podía decirle? No estaba en posición de decirle lo importante que era el dinero para mi.
—Sea lo que sea lo que mi familia le haya hecho a la tuya, no hay excusa para este nivel de engaño —dijo con rabia contenida—. ¿Cómo he podido pensar que esta relación era posible? No sólo eres una mujer codiciosa, sino una mentirosa.
—Puedes divorciarte de mí —susurré.
—No puedo divorciarme de ti. Tu abuelo lo ha dejado todo atado. El contrato que firmamos nos une hasta que tengamos un hijo.
—Sé que he obrado mal, pero tienes que comprender…
—¿Comprender qué? ¿Qué me he casado con una mujer sin escrúpulos? Debí tener más cuidado con tu linaje. Tienes sangre de Swan y has heredado su falta de moral.
Edward salió de la habitación y cerró la puerta con un golpe.
Apenas dormí aquella noche. Quería ver a Edward, pero no sabía dónde encontrarlo. Y tampoco habría sabido qué decirle.
Mi comportamiento era inexcusable, y me sentía muy desgraciada… Y lo peor era que me había enamorado de él.
Lo mejor era marcharme a New York otra vez.
En ese momento entró él.
—Me iré hoy —dije con voz temblorosa—. No puedes divorciarte de mí, pero no tienes que vivir conmigo y te prometo que…
—He venido a disculparme —me interrumpió—. Anoche perdí los estribos. No hay excusa para eso.
¿Él se estaba disculpando?, me pregunté.
—Tienes todo el derecho a estar enfadado…
—Anoche parecías muy enferma…
—Creo que ha sido por tragar el agua… Me siento un poco mareada, pero estoy bien… —sonreí.
—Hoy debes descansar, pasar el día en la cama… Hablaremos más tarde.
—No hay nada de qué hablar, Edward. Los dos lo sabemos. Tú no me quieres cerca. Me iré hoy.
—No quiero que te marches —él pareció ponerse más tenso—. Tú eres mi esposa.
—Una esposa que no puede darte hijos —le recordé con tristeza.
—Es posible. Pero sigues siendo mi esposa y no te irás.
Sentí esperanzas. ¿Se estaría acordando de lo felices que habíamos sido en su isla?
—Anoche estaba tan enfadado por lo que supe que no podía pensar con claridad. Pero ahora veo que tú has tenido una vida muy difícil… Por el accidente de tus padres que te dejó huérfana… Has trabajado toda tu vida como una esclava… No es extraño que, al ver la oportunidad, hayas querido mejorar tus circunstancias, y la hayas aprovechado. Para ti mi familia es responsable de la muerte de tus padres y tus heridas.
—Edward…
—Déjame terminar… —Edward me interrumpió—. Mi familia es responsable de lo que sucedió ese día…
—¿Qué estás diciendo?
—Que tú tienes derecho a la vida que has elegido. Mi familia te lo debe, y yo quiero pagar esa deuda. Seguirás siendo mi esposa y seguirás recibiendo la suma de dinero que hemos establecido.
Me sentí decepcionada al darme cuenta de que su deseo de que yo siguiera con él era sólo un sentido de responsabilidad, y no algo más personal, más profundo.
Me hundí en las almohadas. No quería estar allí en esas circunstancias. Pero no tenía más alternativa que permanecer con él. Necesitaba el dinero.
Los días pasaron. Edward llegaba tarde de la oficina, cuando ya me había dormido, y dormía en una habitación diferente.
Y mi malestar no se me había pasado completamente, para peor.
La gota que derramó el vaso fue que llamé al hospital donde estaba mi madre y me dijeron que había contraído una infección y que había empeorado.
Sintiéndome culpable por no haber ido a ver a mi madre, hice el equipaje y pedí al chofer de Edward que me llevase al aeropuerto.
Edward no me echaría en falta, puesto que sabía que tenía una reunión en París. Lo había visto partir aquella mañana.
Como una adolescente, lo observaba desde la ventana con la ilusión de verlo simplemente.
Me pasé el vuelo a New York con sensación de mareo. Me prometí que iría a un especialista para remediar ese problema. Debía haber habido algún virus en el agua que me había tragado.
El clima de Nwe York me recibió con lluvia y un cielo gris.
Tomé un taxi hasta el hospital.
—¿Cómo se encuentra mi madre? —pregunte, ansiosa, cuando llegué.
—Fue una operación importante, como sabe, pero salió bien. Estuvo mejorando hasta los últimos días. Lamentablemente ha tenido una infección y estamos intentando averiguar su causa.
—¿Puedo verla?
—Si usted es Bella, por supuesto. Habla de usted constantemente. Creo que ha estado trabajando en el extranjero, ¿verdad?
Me puso colorada. Aquélla era la historia que le había contado a mi madre para justificar el no ir a verla. Sentí remordimientos de conciencia.
Seguí a la enfermera hasta la habitación mientras me quitaba la alianza. No hacía falta que mi madre se enterase de que me había casado con Cullen.
La imagen de mi madre frágil y pálida me dio ganas de llorar, pero me controló.
—¿Mamá?
Los ojos de Renée se abrieron al oír mi voz.
—¡Cariño! No esperaba que vinieras a verme —dijo con voz débil—. Creías que no ibas a poder venir durante un tiempo…
—Has perdido mucho peso…
—La comida de hospital —bromeó —. Pareces cansada. ¿Has trabajado mucho? ¿Qué tal el nuevo trabajo?
—Muy bien —dije, evitando mirarla, mientras me sentaba en una silla al lado de la cama.
Mi madre suspiró y cerró los ojos otra vez.
—Bueno, ha sido una suerte que hayas conseguido ese trabajo cuando lo conseguiste, y que te paguen tan bien. Si no hubiera sido por ti…
—No empieces, mamá. Yo te quiero —sonreí—. Y me da mucha rabia no haber podido venir a verte…
—Pero me has llamado todos los días —murmuró mi madre—. Y me has dado el mejor regalo que hay.
La posibilidad de volver a caminar. Ahora sólo tenemos que esperar para ver si los médicos han tenido éxito. Hasta que apareció esta infección, eran optimistas.
—Y siguen siéndolo —intenté reprimir mis lágrimas.
—No llores —me dijo mi madre—. Yo sé que puedo apoyarme en tu fuerza. Siempre has sido fuerte. Incluso de pequeña tenías una firme determinación.
Hice un esfuerzo por sonreír. No me sentía ni fuerte ni determinada.
—Estoy bien. Sólo un poco cansada.
«Y mareada», pensé.
—¿Cuántos días te han dado en el trabajo?
—Los que necesite —dijo una voz masculina desde la puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario