viernes, 11 de marzo de 2011

NO TE ENGAÑE CAPITULO 14

Ni los personajes ni la historia me pertenecen, yo solo realizo la adaptación, los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia a Natalie Rivers .


Capitulo catorce



EPOV


Paseaba por el estudio, mirando la máquina de fax y esperando que entrara en acción.

Había pasado una noche horrible. La peor de mi vida; incluso peor que la noche de marzo en la que había echado a Bella. Esa noche había sido terrible, pero había centrado mi ira en lo que había creído era la traición de Bella. No me había visto obligado a considerar sus propias decisiones y acciones.

En ese momento todo era distinto. Mis demonios personales aullaban en la habitación, asaltando mis bien construidas defensas.

¿Y si estaba equivocado?

El pensamiento me asolaba. Intentaba rechazarlo, igual que había rechazado los argumentos de Bella. Pero empezaba a tener dudas.

¿Y si realmente era el padre del bebé?

Me obsesionaba el pánico que había visto en su rostro cuando no entendió a qué se refería el medico con lo del grupo sanguíneo poco habitual. Y su fría mirada de asco cuando me echó de la habitación del hospital había sido como una puñalada.

La máquina de fax se puso en marcha. Me quede clavado en el sitio, viendo como salía la hoja. Una copia de los resultados de la prueba de fertilidad.

Años atrás, no había llegado a leerlos. La mirada desdeñosa de Heidi se había ocupado de eso. Mi orgullo no había podido soportarlo. Incluso me había resultado difícil entregar la muestra, someter mi virilidad a juicio. Nunca había considerado la posibilidad de pedir una segunda opinión. El brutal golpe a mi orgullo masculino había sido insoportable.

Agarre la hoja; la sangre me latía en las sienes. Me aterrorizaba lo que iba a leer.

¿Mostrarían los resultados que había tenido razón, haciéndome revivir mi humillación? ¿O descubriría que Bella había dicho la verdad y que era culpable de haberla tratado de forma despreciable sin que se lo mereciera? ¿Que el precioso niño era su hijo?, mi hijo , hijo de mi sangre, asi como ya era el hijo de mi corazón, por que ya lo amaba tanto como a su madre.

Mire la hoja. Me sudaban las palmas de las manos y tenía el corazón desbocado.



Resultado: fertilidad excelente en la actualidad.



Ese bebé tan perfecto era mi hijo, y yo había sido un bruto con Bella, mi Bella , era inocente como tantas veces me los dijo, y por estupido celoso le hice daño, pero había llegado la hora de pedirle perdón, era capaz de ponerme de rodillas con tal que ella me perdonara.



BPOV



Estaba de costado en la cama, contemplando a mi bebé durmiendo en la cuna. Las enfermeras habían hecho que lo soltara, diciéndome que, si no dormía cuando lo hiciera él, me agotaría y no me subirla la leche. Pero a pesar de que había estado despierta toda la noche, el sueño no llegaba.

Edward se había marchado y no había vuelto.

No sabía qué había esperado, no había estado pensando a derechas cuando lo eche. Aunque me había demostrado nuevamente la poca fe que tenía en mi, desee que estuviera aquí conmigo.

No podía dejar de pensar en lo fantástico que había sido durante el parto. Eso tenía que significar algo. Tal vez yo si que le importaba un poco.

Y lo había echado.

Cerre los ojos, deseando poder dormirme. Entonces escuche un leve ruido y supe que era Edward. Intente sentarme, pero estaba rígida y dolorida tras el parto. Edward estuvo a mi lado en un instante, ayudándome a ponerme cómoda.

–Gracias –lo mire y me sorprendió su apariencia. Se había duchado y afeitado, pero tenía el rostro grisáceo y expresión compungida.

–Lo siento –su voz sonó ronca, como si le costara decirlo. O tal vez se debiera a que estaba cansado. En cualquier caso, me miraba con expresión contrita.

–¿El qué? –pregunte.

–Todo –contestó--. Cómo te he tratado. No haberte creído. Hacer que te casaras conmigo aunque no tenía intención de que durase.

–¿Ahora me crees? –pregunte, mirando las arrugas que rodeaban sus ojos.

–Sí –dijo Edward–. Saqué al medico de Heidi de la cama antes del amanecer e hice que fuera a su despacho a enviarme una copia de mi prueba de fertilidad por fax.

–No entiendo –dije, sintiendo una oleada de tristeza al comprender que no había sido nada que dijera o hiciera yo lo que había convencido a Edward. Había sido el medico de Heidi–. ¿Para qué hiciste eso? Viste los resultados hace años.

–Yo no los leí –admitió Edward.

Lo mire incrédula, incapaz de enmascarar mi reacción. El parecía realmente avergonzado.

–¿No los leíste? –gemí– Tienes que haber hecho un seguimiento, o pedido una segunda opinión.

–No –Edward bajó la cabeza, tomó aire , lo miré a los ojos– Estaba devastado. Todos mis sueños de ser padre, de continuar el linaje de Cullen, Se habían roto en pedazos. Me pareció un asalto a mi propia existencia.

–¿Por qué lo hizo? –pregunte – ¿Por qué iba a mentirte Heidi en algo así?

–No lo sé. Llevo dándole vueltas toda la noche, intentando descubrirlo. Lo único que se me ocurre es que ella no quería tener hijos. No quería dejar de tomar anticonceptivos, pero creí que la había convencido de que era hora de formar una familia. Supongo que siguió tomando la píldora a escondidas.

–Creo que tienes razón – recorde cómo había descrito André a la primera mujer de Edward. Era irónico que el anciano la hubiera visto con más claridad que Edward–. Debe de ser doloroso enterarte de que la mujer a la que amabas te engañó así.

–No creo que <> sea la palabra correcta –dijo Edward–. Estoy furioso con ella. Furioso porque lo que hizo me haya llevado a hacerte tanto daño.

–Deberías haber leído los resultados tú mismo –masculle. Sabia que era duro decírselo, pero Edward no había negado amar a Heidi, una mujer que lo había engañado. Por alguna razón, eso me dolía.

–Lo siento. Te he tratado de forma imperdonable.

Lo miré con tristeza y trague saliva. Debería aceptar sus disculpas. Había sido víctima de un malvado engaño. Si Heidi no le hubiera mentido, él no me habría tratado tan mal.

Pero nada de eso era mi culpa. Mi único error había sido enamorarme de Edward.

–Nada de eso cambia lo que siento –dije con pesar– Nunca confiaste en mí, tuviste que pedirle al medico de Heidi que te enviara las pruebas.

–Algo si que cambió ayer. Vi tu miedo cuando el medico vino a por la muestra de sangre –Edward tomó aire y se mesó el cabello – He pasado la noche en una agonía de confusión. En el momento en que admití la posibilidad de que decías la verdad, deseé desesperadamente que fuera así. Pero cuando Heidi se marchó, pasé tanto tiempo negando mis sentimientos que me resultaba imposible salir de ese pozo. Cuando has creado un muro de granito alrededor de tus sentimientos más profundos, es difícil derribarlo. Pero te amo y ese amor ha derribado el muro.

Me enterneció oírlo decir eso, pero era una cruel tortura que me describiera cómo había enterrado sus emociones cuando Heidi lo abandonó.

–Debes de haberla amado mucho –dije.

EPOV

–¿A Heidi? – mire a Bella con sorpresa.

Sus ojos chocolates parecían enormes en el rostro pálido, y las ojeras acentuaban su tamaño. Parecía frágil y vulnerable en la blanca cama de hospital. Se me contrajo el pecho dolorosamente al contemplarla.

–No creo que amara nunca a Heidi –dije, a la única mujer a la que he amado es a ella.

–Entonces, ¿por qué te casaste con ella?

–Era joven –conteste Ella era guapa. Veneciana. En aquel momento pensé que sería una buena esposa y madre.

Bella no dijo nada, pero vi en su rostro lo que opinaba de su juicio. Que era terrible. Siempre lo había sido. En los negocios nada me salía mal. Pero en mi vida personal lo había hecho todo mal.

Hasta el día en que, en un momento de suerte, conocí a Bella. Y luego también había arruinado eso.

–Lo siento. Lo he arruinado todo –dije No debí obligarte a esto. Me he casado contigo sin tener necesidad de hacerlo.

Vi que los ojos de ella se llenaban de lágrimas. Cuando empezaron a surcar sus mejillas, me sentí como si alguien me hubiera partido el corazón en dos.

–No llores –Me senté al borde de la cama y agarre sus manos. Las tenía heladas – Se que estamos casados, pero no puedo obligarte a mantener el trato.

–Pero ¿y tu abuelo? –sollozó ella.

Calenté sus manos entre las mías. Y de repente comprendí algo.

Bella era más importante que mi abuelo.

Seguía deseando que el terminara sus días en paz. Pero no a costa de la felicidad de Bella y su felicidad no estaba a mi lado, la dejaría ir, desde hoy que ella y mi hijo fueran felices era mi prioridad aunque eso implicara que lo hicieran lejos de mi.



–Mi abuelo no tiene por qué saberlo –dije – Le has dado el heredero que deseaba. Y mucho más que eso al darle tu amistad. No puedo pedirte que renuncies a tu vida.

Mire su rostro triste y lo que más desee en el mundo fue borrar esa tristeza.

–No llores –me incline para besar las lágrimas saladas que humedecían su rostro–. Estás cansada. Lo verás todo mejor después. Lo solucionaremos.

–¿Cómo vamos a solucionarlo? –sollozó ella–. Ya no me necesitas. Nunca me necesitaste.

–¡C1aro que te necesito! –exclame – Siempre te he necesitado. Desde el primer momento en que te vi, supe que tenía que hacerte parte de mi vida.

Tome su rostro entre mis manos. Había dejado de llorar y me miraba confusa.

La amaba.

Siempre la había amado. Por eso me había dolido tanto su embarazo, la había obligado a casarse conmigo y la idea de dejarla marchar me destrozaba por dentro.



BPOV



–¿Qué? –susurre, preocupada–. ¿Qué pasa?

–Te quiero.

–Pero...

–¡Te amo! –la rodee con mis brazos, casi aplastándola con mi entusiasmo–. ¡Oh, Dios mío! ¿Por qué no me he dado cuenta hasta ahora?

–No puede ser verdad –dije. No podía esperanzarme. Debía de ser la culpabilidad lo que hacía que Edward reaccionara así.

–Es verdad –Edward me miró a los ojos–. Nunca he dicho nada más verdadero en toda mi vida.

–Pero... – no sabía qué decir. Mire sus ojos verdes, intentando suprimir el cosquilleo de excitación que burbujeaba en mi interior. Hacía tanto tiempo que deseaba oír eso que no me atrevía a creerlo–. ¿Por qué dices eso ahora?

–Acabo de darme cuenta. Estaba tan distanciado de mis sentimientos que no comprendía la verdad. Aunque ha estado ante mí todo el tiempo.

–¿Qué quieres decir?

–En Semana Santa, cuando fuiste al medico por e virus estomacal... Estaba preocupadísimo por ti.

–Recuerdo que me estabas esperando –dije, pensando en el suéter negro de cachemira que había tirado al canal.

–Llegaste a casa pálida como la nieve y pensé que podía ocurrirte algo grave –Edward tomó aire–. La idea me resultaba insoportable, como una puñalada.

–Fuiste muy amable conmigo. Hasta...

–Hasta que perdí la cabeza por los celos –dijo Edward–. No podía soportar la idea de que hubieras estado con otro hombre. Perdí la razón temporalmente.

–No importa. Todo salió bien al final.

–Gracias a Dios, Marco y tu amiga te ayudaron.

–Me habría apañado. No necesito que me cuiden.

–Lo sé. Eres la persona más fuerte que conozco. Cuando pienso en cómo te enfrentaste a todas las dificultades que he puesto en tu camino... Lo siento.

–Por favor, deja de decir eso –Bella puso la palma de la mano en su pecho. Notaba el fuerte latido de su corazón y se llenó de esperanza–. No podemos dar marcha atrás al reloj. Vayamos hacia delante.

–¿Te quedarás conmigo? –preguntó Edward–. ¿Me darás otra oportunidad?

–Claro que si –dije con los ojos llenos de lágrimas de felicidad.

–¿Por qué lloras? –Edward me limpió una lágrima con el pulgar.

–Porque yo también te amo. Siempre te he amado. Una sonrisa de incrédula felicidad iluminó el rostro de Edward. Volvió a estrecharme entre sus brazos.

–No puedo creerlo –susurró contra mi pelo–. Anoche me desesperaba no ver cómo arreglar las cosas, y ahora todos mis sueños se hacen realidad.

Me aferre a él, con la sensación de que nunca lo soltaría. Pero un momento después, un débil grito los interrumpió.

–¡Está despierto! –la voz de Edward sonó llena de amor y orgullo, como si despertarse fuera lo más inteligente que había hecho ningún bebé en el mundo.

–¿Puedes traérmelo? – observe cómo Edward sacaba al niño de la cuna. Sus manos parecían casi tan grandes como su hijo, al que miraba con adoración.

-¿Qué quiere? –me preguntó Edward.

–No lo sé. Soy nueva en esto. Tal vez debería probar a darle de comer –me desabroche los botones superiores del camisón y extendi los brazos. Edward me lo dio y luego, igual que el día anterior, guió la cabecita hacia el pezón.

–Ah, muy bien. Me gusta ver algo de trabajo en equipo –dijo el medico, entrando en la habitación. Tenemos el resultado del análisis. Me temo que este pequeñín ha seguido tus pasos en lo referente al grupo sanguíneo poco habitual.

Mire a Edward para ver cómo reaccionaba a esa prueba física de que era el padre del bebé. Para mi sorpresa, frunció el ceño con preocupación.

–Eso no me gusta –dijo–. Tenía la esperanza de que hubiera heredado el de su madre.

–No hay por qué preocuparse –dijo el médico. Simplemente es algo que conviene saber.

Fue hacia la cama y asintió satisfecho al ver lo bien que mamaba el niño.

-Volverá más tarde –dijo, dejándonos solos.

–Pensé que te agradaría tener una prueba concreta de tu paternidad.

–No la necesitaba –me miró con seriedad–. Toda prueba que necesito está aquí –dijo, poniéndose una mano sobre el corazón.

–Te quiero –dije mientras mis ojos volvían llenarse de lágrimas de felicidad.

–Y yo a ti –contestó Edward - Con toda mi alma todo mi corazón.



Unos días pasaron y llevamos a nuestro bebe a conocer a su bisabuelo.

–Mi bisnieto –musitó André, mirando al bebé que tenía entre los brazos.

Estaba sentada a su lado en la cama, y me emocionó al oír la trémula gratitud que había en su voz.

–Se llama André –le dije.

El anciano alzó la cabeza y me miró con brillantes ojos, momentáneamente mudo.

–Gracias. Gracias por hacerme muy feliz.

–Es un honor – Bese su mejilla–. Nunca podría explicarte cuánto ha significado tu generosidad para mí. Me encanta ser parte de tu familia y es un placer para mi que mi hijo lleve tu apellido.

–Llevas puesto el collar –dijo él, fijándose en la exquisita joya que rodeaba mi cuello – Como no te lo ponías nunca, pensé que no te gustaba.

–Oh, no, me encanta –dijo Bella tocando las pulidas cuentas–. Edward lo llevó a un joyero experto para que comprobaran que estaba en buen estado. No quería que se rompiera.

EPOV


–Pero ésta es una ocasión muy especial, nonno: presentarte a mi hijo –dije, mirando a mi esposa . Era lo más bello que había visto nunca y se me hinchaba el corazón de amor solo con mirarla.

Me avergonzaba haber tenido guardado el collar durante meses después de su restauración.

–Sí, lo es – volvió a mirar al bebé, pero note que empezaba a estar cansado.

–Te dejaremos ahora, nonno –alce al bebé – No te preocupes, volveremos mañana.

–Eso espero –dijo. Sus ojos empezaron a cerrarse y apoyó la cabeza en la almohada.

Salimos y, una vez Bella estuvo en el barco, le pase al bebé.

–Has hecho muy feliz a mi abuelo –dije, subiendo al barco y sentándome a su lado.

–Se lo he dicho todo muy en serio. Estoy orgullosa de que mi hijo sea parte de esta familia.

–Te quiero. Y estoy muy orgulloso de que seas mi esposa - la rodee con un brazo–. Tu lugar está en Venecia. Tu lugar está conmigo.

–Quiero estar aquí –dijo Bella, mientras el barco dejaba el Gran Canal y ponía rumbo a casa – Pero, más aún, te quiero a ti. Y siempre estaré contigo.

HOLA POR FIN PUDE TRAERLES EL FINAL DE LA HISTORIA SE QUE ME RETRACE MUCHO PERO ULTIMAMENTE MI VIDA HA SIDO MUY COMPLICADA. Y RECIEN HOY TUVE EL VALOR DE REGRESAR HA HACER ALGO QUE ME GUSTA.

CARIÑOS

VANESSA

3 comentarios:

  1. Me encanto el capi!!!! Cuando actualizas JUNTOS?
    Besitos :)

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  2. ahhhh increible de vdd me encanto jeje bes0s n0s leem0s kisss

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  3. Hola...!!!!!!


    Me encanto el capitulo...!!! La verdad si esperaba que Edward sufriera mas, pero bueno, Bella siempre de buena


    SALUDOS...!!!

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