martes, 28 de septiembre de 2010

MI HIJO? CAPITULO 16

Ni los personajes ni las historia me pertenecen yo solo realizo la adaptación.


Capitulo 16

EPOV


Llegue al hospital con el corazón latiendo a mil por hora y el miedo casi ahogándome.

Nueve horas tarde.

Me sentía tan culpable mientras atravesaba las puertas del hospital…

Le había jurado a Bella que estaría a su lado, que la ayudaría en todo. Había empezado a confiar en mi y ahora… ¿qué pensaría?

Me necesitaba, mi hijo me necesitaba ¿y dónde estaba yo? Trabajando. Al otro lado de la ciudad, sin cobertura en el móvil.

Y era el último en llegar al hospital. Cuando llegue a su habitación, Alice y Jasper estaban allí, pero no veía a Bella por ninguna parte.

—¿Dónde está?

Alice estaba sentada en un sillón, con los ojos cerrados y una expresión de dolor en el rostro.

—Duchándose —contestó Jasper—. El médico le ha dado permiso para hacerlo porque no podía relajarse.

—¿Está bien?

—Sí, está bien. Y el niño también. Sólo ha sido una falsa alarma. ¿Dónde te habías metido?

—He venido en cuanto escuché el mensaje. Estaba trabajando en las lindes del condado y no había cobertura… He llamado a Bella varias veces, pero tenía el móvil apagado.

—Lo apagó la enfermera —sonrió Jasper—. Pero bueno, ahora que estás aquí puedo llevarme a Beth a casa. Ha sido un día muy largo.

Unos minutos después, Jasper se llevaba a su mujer, que me miró con una expresión mucho menos compasiva. No podía ni imaginar la reacción de Bella.

Pero lo importante era que ella estaba bien y que el niño estaba bien. Podía enfadarse conmigo, incluso tirarme algo a la cabeza, mientras estuviera a salvo, lo demás no importaba.

Diez minutos más tarde se abrió la puerta del baño y Bella apareció envuelta en un albornoz, muy pálida.

Al verla, algo dentro de mi se rompió y ni siquiera intente controlar mi deseo de abrazarla.

—Cariño… estaba tan preocupado. Pero Jasper me ha dicho que estás bien y el niño también.

—Sí, estoy bien —murmuró ella, apartándose—. Mi ginecólogo quiere que me quede a dormir aquí esta noche, por si acaso. Pero el niño está bien.

—Bella, no sabes cómo siento no haber estado aquí contigo. Vi tu mensaje hace menos de una hora… —intente disculparme.

—No pasa nada.

—Hubo un incendio a las afueras de Jarrell. Parece que alguien lo provocó para tapar un asesinato y hemos estado allí todo el día. No había cobertura, lo siento.

—No pasa nada —repitió Bella, tumbándose en la cama.

—Bells, de haberlo sabido habría venido enseguida. Pero no recibí el mensaje hasta hace una hora —insistí.

Por fin, Bella me miró. El brillo de sus ojos había desaparecido.

—No te preocupes. Mike estaba conmigo.

—A partir de ahora, quiero que lleves contigo el teléfono del jefe de bomberos. Él puede localizarme en cualquier sitio.

—No es necesario. No tienes por qué estar pendiente de mí.

Su frío tono de voz me dejó perplejo.

—Sí tengo que estar pendiente de ti. Para eso nos hemos casado.

—Nos casamos para que yo no perdiera mi trabajo —me recordó ella.

La miré, sin saber qué decir.

—Pensé que ahora las cosas eran diferentes.

—Y ya que hablamos de mi trabajo —siguió Bella, como si no me hubiera oído— ya no tienes que preocuparte.

—¿Por qué?

—El caso Black tendrá que llevarlo otro juez. Ni siquiera el juez Volturi se atrevería a despedir a una juez que está de baja y para cuando vuelva al despacho…

—¿El médico te ha dado la baja?

—Me ha dicho que no debo moverme durante unas semanas. Quizá durante el resto del embarazo.

—Pero Jasper me dijo que el niño y tú estabais bien.

—Estamos bien, pero no puedo seguir trabajando. Por eso he pedido que otro juez lleve el caso Black. No quiero que tengan que esperar por mí.

—No estoy preocupado por el caso, estoy preocupado por ti —suspire—. Sé que tu trabajo, y ese caso en particular, era muy importante para tu carrera.

—Ya, pero ahora no me parece tan importante —murmuró ella.

Aparté un rizo de su frente.

—Superaremos esto, Bella. Yo puedo tomarme unos días libres… o podemos contratar a alguien para que se quede contigo durante el día.

—No, Edward. Eso es lo que estoy intentando decirte. No tenemos que hacer nada.

—¿Por qué?

—Ya no hay ninguna razón para que sigamos juntos.

—Bella…

—Nos casamos para que yo no perdiera mi trabajo, pero mi trabajo está a salvo.

—¿Y nosotros?

—Nunca ha habido un nosotros, Edward.

—Eso no es verdad —replique—. Dijimos que seguiríamos juntos, que íbamos a ser una familia.

—Lo sé y lo siento —murmuró Bella.

—¿Por qué, Bella? ¿Qué ha pasado?

—Que yo no soy la mujer que quieres.

—Eso es ridículo.

—No, no lo es —los ojos de Bella se llenaron de lágrimas—. Sólo te casaste conmigo porque pensaste que era lo correcto. Tú quieres una mujer a la que puedas proteger, para quien puedas ser un héroe. Y yo no soy esa mujer.

—Te equivocas, Bella. Yo no quiero proteger a nadie.

—Rose me dijo…

—¡Olvídate de Rose, por Dios! Rosalie no sabe lo que yo quiero de la vida, ni la clase de mujer que necesito.

—¿Estás seguro de que tú sí lo sabes?

—Mira, puede que antes haya salido con mujeres muy diferentes a ti, pero, ¿qué tiene eso que ver? Yo no quiero casarme con una chica que espere a Superman. ¿Por qué iba a querer eso? Esa es la relación que tuvieron mis padres y no funcionó. La única mujer a la que quiero eres tú, Bella.

—No, tú quieres una mujer que sea una buena madre…

—Y tú lo serás.

—Yo no tengo instinto maternal. Y tampoco parece que tenga el material genético más adecuado.

—¿Por qué dices eso? Muchas mujeres tienen problemas durante el embarazo —insistí, desesperado.

—No es eso. Es que hoy, cuando sentí la primera contracción estuve a punto de no venir al hospital. Mike tuvo que convencerme porque yo quería entrar en la sala… El médico dijo que había llegado justo a tiempo. De haber esperado un poco más, habría sido demasiado tarde.

La angustia que había en su voz me partió el corazón.

—Pero no esperaste, Bella. Llegaste a tiempo.

—Porque me trajo Mike. Yo tenía tanto miedo… no quería que pasara nada, quería cerrar los ojos… Antes de esto, yo sabía lo que quería de la vida. Lo tenía todo planeado y todo funcionaba como yo esperaba. Y ahora…

—¿Y ahora qué?

—Ahora ya no sé. Lo único que sé es que no quiero volver a pasar por esto.

No sabía cómo calmar sus miedos. Ni siquiera si había algo que pudiera decir para consolarla.

—Yo lo único que sé es que te quiero, Bella. No puedo prometerte que no volverás a tener miedo. No puedo prometerte que las cosas serán fáciles a partir de ahora, pero creo que pase lo que pase podremos soportarlo si estamos juntos. Si confiaras en mí de verdad, me creerías.

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