Ni los personajes ni las historia me pertenecen yo solo realizo la adaptación.
Capitulo 6
EPOV
Dos semanas habían transcurrido desde mi noche de bodas y la imagen de mi esposa disfrutando de mis caricias aun estaba demasiado presente en mi cabeza. Llegue a mi casa desesperado por verla. Pensé que con una sola noche de ella me bastaría pero cuan equivocado estaba necesita mas, desea mas de ella y en este momento. La busque por toda la casa desesperado ya estaba molesto solo me faltaba buscarla en la cocina pero seria imposible que mi esposa estuviera en ese lugar de seguro estaría de compras. Lo cual hizo que mi furia creciera al recordar que me había casado con una mujer descaradamente interesada. Entre en la cocina y me sorprendí mucho de encontrarla ahí.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? Te he estado buscando por todas partes. Nadie sabía dónde estabas.
Sentí una descarga eléctrica atravesar mi cuerpo al verla ahí parada estaba preciosa aun que me molesto verla vestida con vaqueros, así parecía una adolescente y no la esposa de un Cullen o la ardiente mujer que me había entregado su virginidad, este tema aun me sorprendía. Jamás imagine casarme con una mujer que solo hubiera sido mía. Sentí un explicable orgullo de que esto fuera así.
Bella me observada y mi mirada se cruzo con la de ella sus ojos tenían brillo especial. A mi mente vinieron recuerdos de la noche que compartimos. Bella se dio la vuelta dándome la espalda y regalándome la vista de su bien formado trasero.
—No sabía que me habías estado buscando —dijo ella,hurgando en el frigorífico.
Sacó un plato con aceitunas y lo puso encima de la mesa.
—Y la respuesta a tu pregunta es que me estoy preparando la comida.
—¿Por qué? —pregunte mirándola.
—¿Por qué no?
—Porque tengo empleados para eso. Y su trabajo es preparar comidas para ti para que no tengas que perder tiempo y puedas salir de compras.
Ella se encogió. Una mujer como ella era inexplicable que se encontrar en esta parte de la casa.
—Tengo todo el tiempo que necesito para salir de compras, ya que no te he visto desde el día de nuestra boda. Y los empleados de la casa tienen mejores cosas que hacer que hacerme la comida.
La miró, sorprendido.
—No sé por qué me miras así. ¿No te has preparado nunca la comida?
—Sinceramente, no. Ni esperaba que tú lo hicieras. ¿Te preparas la comida a menudo en la cocina de tu abuelo?
Bella se quedo parada inmóvil un momento.
—No me gusta tener camareros que me sirvan
Mi mujercita cada me sorprendía más
- ¿Y ahora qué?- me pregunto
—Simplemente, que siempre me sorprendes. Cuando me parece que ya te conozco, haces algo que se sale totalmente del perfil.
Ella me miró con desprecio.
—Tú no sabes nada de mí.
—Evidentemente, no —murmuré—. No obstante, a los empleados les parecerá un poco raro que estés aquí, preparándote la comida.
Bella se mordió el labio esta reacción de ella me volvía loco, solo yo tenia el privilegio de morderle el labio ella no debía hacerlo.—Ellos son tus empleados.
—Tú eres mi esposa.
—Perdona que me olvide de eso, pero es que no nos hemos visto desde el día de la boda. Creí que te habías mudado a otra casa…
Mi esposa me había extrañado no lo podía creer.
—No me he dado cuenta de que me ibas a echar tanto de menos. Y no fue el día de la boda, sino la noche de bodas —la corregí, mirándola achicando los ojos—. Me viste la noche de bodas. Otra ocasión en la que me sorprendiste… No esperaba tener una virgen en mi cama.
Ella se puso roja.
—No sé a qué te refieres…
—Debiste decírmelo… Los italianos somos muy posesivos, amore Tendría que haber aumentado el precio de la compra de haberlo sabido. Te lo has perdido.
—Yo estoy satisfecha con el acuerdo.
—Estoy empezando a creer que yo también debería estarlo —Me encaba verla sonrojarse.—. Fuiste muy sensible a mis caricias.
—Me pagaste para actuar en la cama. Así que eso es lo que he hecho.
Ese fue un golpe bajo e reí forzadamente.
—Perdiste el control totalmente, amore, ¿y quieres que me crea que estabas actuando?
Estaba demasiado cerca. Que casi podía tocarla
Sin mirarme, cortó el queso en trozos y lo puso en un plato.
—No ha sido elección mía introducir el sexo en nuestro matrimonio. A mí me habría gustado otro tipo de matrimonio —dijo ella.
—¿Uno en el que yo te pagase por no hacer nada?
—Tú no me has pagado por sexo. Me has pagado para quedarte con la empresa de mi abuelo.
—Para tu información, esa empresa me está llevando todo el tiempo que tengo —le dije , la verdad era que esa empresa era un dolor de cabeza en este momento—. Tu abuelo ha hecho un desastre con esa empresa. Puedes echarle la culpa a él de que no me hayas visto.
—Sería mejor agradecérselo. No deseo pasar tiempo contigo. Y ahora, si me disculpas, me voy a comer.
—No. No te disculpo.
Bella volvió a verme, nuestros ojos se encontraron estoy seguro que en los míos se podía leer la palabras deseo
Le miré los pechos, su vientre, que sus vaqueros dejaban una parte al descubierto.
—No vuelvas a llevar pantalones. Tienes unas piernas muy bonitas. Quiero verlas.
—Eres un machista. ¿Siempre les dices a tus mujeres lo que tienen que llevar puesto?- me dijo.
—Las mujeres no suelen salir conmigo como si fueran a desatascar una tubería. – Aunque se pusiera lo que se pusiera mi esposa era realmente hermosa.
—Me gustan mis vaqueros. Son cómodos.
—La ropa interior también —contesté solo imaginar el conjunto que traería me hizo desearla mas —. Y yo la prefiero.
A ella se le debilitaron las piernas.
—Yo usaré lo que quiera usar…
—En compañía mía, no. Llevarás la ropa que yo quiera.
—Eso es ridículo.
—Debiste pensar en ello antes de venderte.
Ella me miró sin poder creerlo.
—¿Quieres que ande por la casa en ropa interior?
—Si yo te lo digo, sí. He pagado mucho por ti. Es mejor que vea lo que he comprado.
—Bien. Llevaré mis vaqueros cuando no estés aquí, o sea, la mayor parte del tiempo, afortunadamente. Y ahora, si no te importa, quisiera comer.
Antes de que Bella pudiera adivinar mis intenciones, rodee la parte de cintura que quedaba al aire y tire de ella.
Le agarre la cara, este era el momento indicado para hacer la pregunta, internamente rogaba por que la respuesta a esta fuera no.
—¿Estás embarazada?
La pregunta la sorprendió.
—No —respondió.
—Bien —justo la respuesta que deseaba la levante en brazos—. Habrá que probar otra vez.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Bella. Quiso soltarse, pero la bese.
Fue un beso muy erótico. Mi lengua se abrió paso por entre sus labios poseyéndola totalmente. Ella levantó sus brazos y me rodeó el cuello, tocando mi cabello.
Prácticamente nos devoramos en este beso me encanta y me sorprende la respuesta de su cuerpo ante el mió. La temperatura entre nosotros aumento a un nivel casi insoportable. Besándola, la baje al suelo, y la acorrale contra una pared. Ella notó mi excitación contra su cuerpo. Respiró profundamente.
Un ruido en el corredor nos sobresaltó.
—¡Dios mío! ¿Qué estamos haciendo? —mire alrededor sin poder creerlo, yo nunca perdía en control y desde que conocí a Bella esto ya me sucedido en varias ocasiones—. Ésta es la cocina, un lugar en el que no suelo entrar.
Ella cerró los ojos, incómoda.
—Podría haber entrado alguien… —dijo.
—No. Si lo hubieran hecho, los habría despedido —dije, rodeando su cintura y llevándomela de la cocina—. Valoro mucho mi intimidad, y mis empleados lo saben.
—¿Adónde vamos?
—A algún sitio donde no haya cacharros —respondí dirigiéndonos a nuestra habitación
—Edward…
Bella me observaba mientras me quitaba la corbata, Desabroche la camisa sin dejar de mirarla,—Es hora de que te quites los vaqueros —mire su cara roja—. Hazlo tú misma, o lo haré yo.
Bella se quedó inmóvil.
Me acerque a la cama y le quite la ropa con una serie de movimientos precisos.
—Así es como te prefiero, amore —le dije mirando su cuerpo desnudo, temblando de deseo.
Me reí, satisfecho, y le lamí un pecho.
Ella se apretó contra mi, deslice una mano por el centro de su ardor. Gemí al encontrarlo.
—Quince días de abstinencia tienen sus beneficios. Es muy agradable tener una esposa tan ardiente.
Sabia que era un comentario de cruel, pero ella no era un mujer que se interesara en los sentimientos, su mayor interés era el dinero. Levante miss caderas y entre en ella enérgicamente.
—¿Es esto lo que quieres? —la moví y me interne más profundamente en ella.
Bella dejó escapar un gemido.
Sentí cuando su cuerpo explotó en un orgasmo y la bese, acallando sus sollozos con la presión de mi boca y sellando su respiración con la intimidad de mi lengua.
La penetre rítmicamente y luego me derrumbe encima de ella cuando alcance la cima del placer. Finalmente deje de besarla y respire profundamente.
Nos miraron a los ojos, y luego me eche a un lado, y la apreté contra mi.
—Ha sido impresionante —comenté—. Aunque un poco rápido. Así que ahora lo haremos otra vez. Lentamente.
Y lo hicimos de nuevo lentamente le acaricié y jugué con ella íntimamente. Luego la coloque encima de mi, hundió su cara en la almohada y gimió, mientras la levantaba y la ponía de rodillas y me acomodaba detrás. Ella movió sus caderas lo tome como una invitacion, mis manos se aferraron a sus caderas para acomodarla para mi empuje.
Ella llego a su orgasmo, pero yo continué con el mismo ritmo en mis movimientos, no se cuanto tiempo estuvimos así. Era una sensación que nunca antes había experimentado fue sencillamente increíble.
Me moví, y rode con ella gimiendo, satisfecho.
—Bueno, esto ha estado bien después de una mañana de reuniones —dije con los ojos cerrados aún, tumbado boca arriba—. Si hubiera sabido lo caliente que eras no habría dudado en firmar esos papeles. Vales cada céntimo que me quitas.
No se por que las cosas entre nosotros cambiaban tan drásticamente… hace unos minutos los único que deseaba era continuar escuchándola gemir de placer entre mis brazos y en estos momento de la nada me golpeaba la realidad mi adorable esposa se me había vendido y nada cambiaba eso.
—No entiendo cómo puedes hacerme el amor cuando es evidente que me odias —dijo Bella.
—Porque no hacemos el amor —La miré a los ojos—. Tenemos sexo, Bella. Y, afortunadamente para ti, el tener sexo no requiere una relación afectiva. Si no, los hombres no usarían los servicios de prostitutas – y era cierto haría el amor con ella y me amara pero este no era el caso.
—¿Me estás comparando con una prostituta? —preguntó, ofendida.
—En absoluto —sonreí—. Tú eres mucho más cara.
—Realmente te odio, ¿lo sabes? —Bella se tapo con la sabana—. No quiero que vuelvas a acercarte a mí.
Volví a sonreír.
—No es verdad —me acerque a la cama, me inclinó hacia delante y pusoe ambos brazos a cada lado del colchón de forma que mi cara quedó a centímetros de la de ella—. ¿Crees que no sé cuánto me deseas? Es posible que me odies. Pero tu cuerpo, afortunadamente para ambos, no tiene escrúpulos, y en cuanto lo toco, eres mía – y ella era mí completamente mía y jamás permitiría que nada la tuviera del modo tan intimo que soy la he tenido yo.
Bella levantó una mano para darme un bofetón, pero se la agarre en el aire.
—Eso no está bien, esposa mía —murmuré suavemente.
—Quiero que me dejes sola…
—No es posible eso… —Mire su boca. Agarre el teléfono que había al lado de la cama, sin dejar de mirarla. Y pedí algo de comer.
Minutos más tarde golpearon discretamente la puerta y fui a abrir.
—Incorpórate. Tienes que comer o te caerás encima de mí más tarde.
—No tengo hambre —ella se quedó debajo de la sábana.
—Acabamos de tener sexo sin parar durante seis horas. – seis horas wow! Ni yo mismo me lo creía - Tú no has comido esa comida que te estabas preparando, y vas a saltarte la cena. No quiero que te desmayes en el club nocturno.
Me miró asombrada.
—¿Un club nocturno? ¿Qué club nocturno? —preguntó con voz temblorosa.
—Uno al que vamos a ir esta noche. Es una aventura empresarial de un amigo. La sociedad de milan decidirá si es un lugar de moda o no.
—No me apetece salir —comentó Bella, agarrada a la sábana.
—Tus deseos al respecto no tienen importancia. Quiero hacer una aparición pública con mi esposa.
—No voy a vestirme.
—Entonces, te llevaré desnuda —le prometí—. Ha sido decisión tuya. Eres mi esposa y parte de tu papel es tener vida social.
—No tengo ropa
—El día de nuestra boda te transferí una gran suma de dinero, para agregar a tu importante fortuna —le recordé—. Sin duda te has pasado estas dos semanas de compras.
Bella se puso muy nerviosa lo puede percibir pero no entendí por que.
—No… No me he comprado nada.
—No queda un céntimo en tu cuenta —comente, mirándola esto estaba muy raro su cuenta estaba vacía y ella decía no haber comprado nada… no podía ser cierto tenia que ser una mentira mas de mi dulce esposa.—. Retiraste todo el dinero, mi querida y caliente esposa. Así que no me digas que no has estado gastando, porque no te creo.
—Yo… He comprado varias cosas…
Fui al cuarto ropero que había dentro del dormitorio es cierto no tenía nada mas que unos cuantos vaqueros gastados como los que traía cuando la ví al llegar a casa y unas camisetas ¿Dónde se había ido el dinero que deposite en su cuenta? ¿Es que acaso ella tenía un amante? La idea me puso furioso, pero después de analizarlo por unos segundos yo mismo deseche la teoría, ella era virgen antes de nuestra noche de bodas y ninguna mujer con un amante podría haber respondido de la forma en que ella lo hizo a cada una de mis caricias. Pero entonces ¿que era?
Luego volví al dormitorio y agarré nuevamente el teléfono. Di unas órdenes en italiano para que trajeran ropa para ella.
—Dúchate. Para cuando termines, la ropa ya estará aquí.
—¿Qué ropa?
—La ropa que acabo de pedir que te envíen.
Bella se marcho al cuarto de baño y estuvo ahí por un tiempo, después de un rato tocaron la puerta de nuestra habitación con un percha con ropa para ella.
Bella salió del cuarto de baño
—¿De dónde ha salido esto? —preguntó—. No has tenido tiempo de ir de compras…
—Si eres rico, las tiendas vienen a ti. Pero siendo la nieta de Swan me extraña que me lo preguntes – estas eran las aptitudes de mi esposa que me desconcertaban por un lado pedía una suma muy elevada para sus gastos personales y por otro no se comportaba con una mujer que estuviera acostumbrada este tipo de vida, tendría que investigar que era lo que sucedía con ella .
Ella tragó saliva.
Bella se acercó al perchero, su elección me volvió a sorprender, la falda era extremadamente pequeña, al fin al cabo la mujeres como ella se vestían así.
—Buena elección —dije—. Esa prenda lleva el cartel de «ramera», y como eso es lo que eres, es mejor que lo anuncies.
—Si yo soy una ramera, ¿tú qué eres?
—Un hombre sexualmente satisfecho —me burle, quitándole la toalla con un solo movimiento.
Ella exclamó, sorprendida, y agarró la toalla, pero la mantuve fuera de su alcance, mire su cuerpo desnudo.
—Realmente tienes un cuerpo impresionante —dije, tocándole un pecho.
Los pezones de Bella inmediatamente se endurecieron.
—Y tú realmente me deseas, ¿no es verdad? Si tuviéramos tiempo, te llevaría directamente a la cama otra vez, y probaría otra posición contigo.
Ella se puso colorada, intentó volver la cara, pero se la agarre y la oblige a mirarme.
—No se te ocurra coquetear con nadie más esta noche. Es posible que seas una ramera, pero eres sólo mía. Yo no comparto estas cosas – ella era mía.
Agarre una blusa del perchero.
—Ponte esto con la falda —le ordene—. Sin sujetador.
—No puedo ir… sin sujetador.
—¿ No quieres mostrar tus curvas? Mucha gente anda preguntándose por qué me he casado contigo. Mi intención es mostrárselo.
—¿Estás seguro de que no prefieres que vaya en ropa interior? —me preguntó ella, sarcásticamente.
—Esto es más sexy incluso que la ropa interior, créeme.
—¡No puedes hacerme usar esa ropa!
—Estás agotando mi paciencia, Bella… —le advirtí.
—Bien… — me quitó la ropa de las manos, recogió los cosméticos y agregó—: Si quieres que todo el mundo se entere de que te has casado con una ramera, es decisión tuya. Anunciémoslo, ¿quieres?Se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta de un portazo
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