Ni los personajes ni las historia me pertenecen yo solo realizo la adaptación.
Capitulo 15
BPOV
Nos habíamos acostado juntos todas las noches durante una semana, desde que Edward trajo a casa los resultados de la prueba.
Quería que confiase en él, me había dicho. Y, en parte, así era . Sabía que nunca le haría daño al niño, que nunca me haría daño a mi intencionadamente. Y confiaba también en que quisiera estar conmigo.
Pero sabía que el deseo podía desaparecer como había aparecido. Era tan transitorio como el afecto o el amor. En menos de cuatro meses daría a luz, Alice y Jasper pedirían la custodia del niño y todo habría terminado.
¿Cómo sería mi vida a partir de entonces?
Probablemente, el trabajo volvería a ser el centro de mi existencia. Y seguiría sola, como siempre. Completamente independiente, protegida de las decepciones de la vida porque no dejaba que nadie me acercara tanto como para hacerme daño.
Hubo un tiempo en el que habría jurado que así era como quería vivir para siempre, pero ahora…
Ahora me parecía una existencia terriblemente solitaria.
¿Cómo iba a volver a lo de antes después de haber tenido un hijo dentro de mi vientre? ¿Cómo iba a volver a dormir sola después de haber dormido con Edward?
Pensé entonces en los Black, que siempre habían parecido la pareja perfecta. Todo el mundo en Georgetown creía que lo eran. ¿Quién hubiera pensado que esa relación acabaría en divorcio?
Ese pensamiento me desconcertó de tal modo que el brazo de Edward sobre mi vientre empezó a ahogarme.
Intenté apartarlo para levantarme, pero Edward me sujetó.
—¿Adonde vas?
—¿Qué? Iba a… buscar un vaso de leche.
¿Qué podía decirle, que necesitaba un poco de aire, que quería estar sola?
—¿Tienes sed?
¿Sed? ¿Pánico?
—Sí.
—Voy a buscarlo —murmuró Edward, levantándose.
—No hace falta. Puedo ir yo.
—Quiero traerte el vaso de leche, Bella —sonrió Edward—. ¿Te apetece algo más?
«¿Qué tal tu amor?». ¿De dónde demonios había salido eso?
—No, sólo leche.
No quería que se enamorase de mi… ¿o sí? Y yo no estaba enamorada. ¿O lo estaba? No, no podía ser. No sería tan tonta.
—Aquí lo tienes.
—Gracias.
—¿Qué te pasa, Bella?
—Nada.
—¿Nada? Pareces preocupada. No, es que… estaba pensando que si no fuera por mí, tu vida sería mucho más sencilla.
EPOV
Aún no me había acostumbrado a la oscuridad de la habitación y no podía ver su cara, pero sabía que pasaba algo. Era una mujer tan compleja…
Podría decirle cien cosas, pero ella no estaba preparada para escucharlas.
—De no ser por ti, no estaría a punto de convertirme en padre.
—¿Estás pensando en quedarte con el niño? – Pregunto —Aunque lo criasen Alice y Jasper, yo seguiría siendo su padre, ¿no?
—Sí, pero…
—Además, quiero ser parte de su vida. ¿Y tú?
—Entonces, estás pensando en quedarte con el niño.
—¿No lo has pensado tú? —pregunte.
—Yo… no lo sé. Me pregunto qué debo hacer. Alice sería mejor madre que yo…
—No estoy de acuerdo.
—Yo creo que sí. Además, la situación ideal para criar a un niño es con un padre y una madre y yo estoy sola.
—¿Sola? ¿Y yo qué?
—¿Qué estás diciendo, Edward?
¿Qué estaba diciendo? ¿Que quería seguir viviendo con ella? Sí, eso era lo que quería, pero ¿lo querría Bella? «Vamos, Cullen, tú quieres quedarte con el niño. Díselo de una vez».
—¿Por qué no nos quedamos con él, Bella? ¿Por qué no seguimos casados?
Ella contuvo el aliento.
—No lo sé.
Asentí, decepcionado. No había esperado una declaración de amor, pero quizá cierto entusiasmo… Aunque Bella no había dicho que no. De modo que aún podía convencerla.
—¿Por qué no? Hacemos una buena pareja, ¿no crees?
—Sí, en la…
—No sólo en la cama. Te quiero y quiero al niño. Venga, Bella, a ti también te importa ese niño. No puedes negarlo. Es nuestro hijo y podemos formar una familia. ¿Qué dices?
Bella se lo pensó un momento. O quizá no, quizá ya lo había pensado, quizá ya lo había decidido.
—Muy bien, de acuerdo.
La abrace con fuerza. Bajo una de mis manos podía sentir los latidos de su corazón. Bajo la otra, al niño que nos había unido… el niño que había convencido a Bella para que se casara conmigo.
No quería manipularla, pero eso era mucho mejor que perderla para siempre.
BPOV
Era la primera vista en el caso de divorcio de los Black, el caso más importante de mi carrera profesional. Y en lo único que podía pensar era en Edward.
No me quería de verdad. Lo había dicho por decir.
¿Cómo iba a amar un hombre como él, un hombre que quería ser un héroe, a una mujer como yo? yo no necesitaba que me rescatasen.
Aceptar que siguiéramos casados había sido una estupidez. Pero, ¿cómo iba a decir que no si él pintaba un retrato tan hermoso de nuestro futuro?
Podía imaginarlo: perezosos sábados en la cama, domingos por la noche en la cocina, haciendo juntos el desayuno, con un niño, o una niña, sobre las rodillas comiéndose un hotcake…
Iba hacia la sala del Juzgado con una sonrisa en los labios cuando sentí la primera punzada de dolor. Inmediatamente, me apoye en la pared con una mano, mientras me llevaba la otra al abdomen, que parecía extrañamente duro.
El dolor pareció durar una eternidad, pero al fin desapareció mientras yo respiraba como me habían enseñado en las clases, rezando al mismo tiempo para que no fuera nada.
Pero el corazón me decía que pasaba algo malo. Algo horrible.
De inmediato, pense en llamar a Edward. Por supuesto, él iría a la carrera, pero ¿serviría de algo tenerlo allí? Quizá sólo había sido un calambre, un espasmo.
Entonces mire hacia la sala donde esperaban los Black, sus abogados, el juez Volturi y un montón de periodistas.
Sólo tenía que dar veinte pasos y estaría allí. Podría sentarme en una cómoda silla, tomar un vaso de agua…
Casi estaba convencida cuando Mike apareció a mi lado.
—¿Qué te pasa?
—Nada —conteste.
—¿Cómo que no te pasa nada? Estás pálida como una muerta.
—Es que he sentido un dolor… en el vientre. He tenido que pararme un momento.
—¿Qué clase de dolor?
—Un espasmo.
—¿No podría ser una contracción?
¿Podría serlo?
—No lo sé. ¿Cómo sabes tú eso?
—Tengo dos hermanas y cinco sobrinos —sonrió Mike—. Venga, vamos a tu despacho. Puedes tumbarte en el sofá mientras yo llamo al médico.
La idea de que me ocurriera algo malo de verdad me aterrorizó de tal modo que decidí olvidar el susto por completo.
—No, no, de verdad. Estoy bien. Ya se me ha pasado. Además, seguramente sería una de esas contracciones falsas. Ya sabes que las primerizas van al hospital un montón de veces antes de dar a luz de verdad.
—Es posible, pero tienes que ir al médico, cariño.
—Pero el juicio…
—Bella, no. El juicio puede esperar.
—No…
—¡No te pongas cabezota! Nada es más importante que esto.
Tenía razón, por supuesto. A pesar de ello, mientras entraba en mi despacho me daba más miedo llamar al ginecólogo que seguir adelante como si no hubiera pasado nada.
—¿Cuál es el número de tu médico?
se lo di mientras me tumbaba en el sofá, pero al hacerlo volvi a sentir un terrible dolor en el abdomen.
Mike llegó a mi lado de inmediato.
—¿Cuándo tuviste la primera contracción?
—No lo sé —conteste, casi sin voz—. ¿Qué hora es ahora?
—Las nueve y diez.
—Quizá diez minutos. A lo mejor un poco más.
—Seguramente no será nada, pero voy a llevarte al hospital ahora mismo —dijo Mike entonces.
Hubiera querido protestar, pero el dolor era insoportable. Además Mike tenía razón: no había nada más importante que el niño, que mi niño.
—Mi bolso y mi maletín están en el cajón del escritorio. Y tienes que buscar a mi alguacil, Celia, para contarle lo que ha pasado.
—Ahora mismo —murmuró Mike, sacando el bolso y el maletín del cajón—. ¿Qué más quieres que haga?
—Llama a Edward y dile que vaya al hospital.
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