viernes, 1 de octubre de 2010

NO TE ENGAÑE CAPITULO 11

Ni los personajes ni la historia me pertenecen, yo solo realizo la adaptación, los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia a Natalie Rivers .


Capitulo once



BPOV



Gracias por acompañarme –dije, cuando salíamos del hospital tras la ecografía.


–No tienes por qué agradecérmelo –Edward me dio la mano para ayudarme a bajar al barco – Era mi deber.


Lo mire, pero el destello del agua me deslumbró y no pude leer su expresión. Durante la ecografía había estado frío y distante, una actitud muy distinta a la de las dos últimas semanas. Desde que habíamos hecho el amor apenas existía tensión entre nosotros.


Pensé, con tristeza, que seguramente era porque lo único que hacíamos juntos era hacer el amor. Al principio me había alegrado por nuestra nueva intimidad y disfrute mutuo. Era un amante sorprendente y generoso que me trataba como a una princesa.


Cada vez que lo miraba el corazón me daba un vuelco y mi amor por él había seguido creciendo, un preciado secreto de mi corazón. Pero el tiempo pasaba y necesitaba más. Quería poder compartir con él algo más que el sexo.


Sería fantástico poder hablar con él, mantener una conversación real. En cuanto iniciaba algo que no fuera una conversación de cama, él me silenciaba. Con un beso, una caricia o sugiriendo algo deliciosamente exquisito que deseaba hacer con mi cuerpo.


–¿Te molestó que preguntara el sexo del bebé? –saque las gafas de sol del bolso. Quería poder interpretar su expresión, saber cómo se sentía.


–A mi abuelo le agradara que sea un niño –el tono de su voz no reveló su estado de ánimo.


–¿Quieres alguna? –pregunte, alzando las fotos del feto que me había dado el ecógrafo.


–Estoy seguro de que a mi abuelo le gustará verlas todas –sacó el móvil del bolsillo y lo encendió para ver si había recibido alguna llamada o mensaje mientras estábamos en el hospital–. Guárdalas.


Lo mire en silencio. La brisa alborotaba su pelo cobrizo y hacia que su chaqueta se agitara, pero tenía el rostro rígido como una estatua. No parecía enfadado, sino más bien carente de toda emoción.


Sabía que debía ser duro para él creer que el niño no era suyo. Seguía sin saber por qué, pero tras la intimidad que habíamos adquirido últimamente, al menos en el dormitorio, me parecía fatal que siguiera creyendo algo que no era cierto.


Unos minutos después nos encontrábamos en el Gran Canal. Aunque había estado allí multitud de veces, no pude evitar sentirme impresionada por los magníficos edificios que bordeaban el agua. André había empezado a contarme la fascinante historia de los palazzi que se veían desde su dormitorio.


–He pensado que tal vez te gustaría pasar por Palazzo Cullen –dijo Edward–. A no ser que estés cansada y prefieras que te deje en casa antes de ir a la oficina.


–Prefiero visitar a André –dije – Quiero ver su rostro cuando sepa que tendrá un bisnieto –mire a Edward de reojo, incómoda al comparar el placer de su abuelo con el obvio desinterés de Edward.


–Seguramente empezará a elegir nombres. Nombres tradicionales, adecuados para el nuevo Cullen –contestó Edward – Pero no te preocupes. No le pondremos al niño un nombre que no te guste.


Me aparte el pelo de la cara y lo miré con interés. Justo cuando pensaba que mostraba tanta emoción y comprensión como una estatua de mármol, volvía a sorprenderme. Era la primera vez que expresaba que tendría en cuenta mis sentimientos.


–Me gustaría elegir un nombre que haga feliz a André – dije. Lo cierto era que me emocionaba saber que el bisabuelo de mi hijo lo quería de verdad y quería llamarlo siguiendo la tradición familiar. Pero era un pensamiento agridulce, dado que Edward no sentía lo mismo que su abuelo.


–Esta noche volveré tarde –dijo Edward, saltando del barco para ayudarme a bajar ante el embarcadero de Palazzo Cullen – Tengo trabajo retrasado.


Observe como el barco se reincorporaba al Gran Canal. Me había sentido muy feliz en la ecografía, viendo las imágenes de mi bebé. Pero el peso de la tristeza empezaba a descender sobre mi.


Había sido maravilloso volver a pasar tiempo con Edward durante las últimas dos semanas. Había intentado no pensar en el futuro, diciéndome que la intimidad que habíamos redescubierto me ayudaría a restablecer la confianza de él en mi.


Pero su reacción a la ecografía había dejado claro que no había cambiado nada. Ni siquiera ver el diminuto bebé lo había ablandado.


Las semanas siguientes siguieron la misma pauta. Parecía imposible que pasara tiempo con Edward sin terminar en sus brazos.


Cada vez se enamoraba más de él y una diminuta semilla de esperanza había arraigado en mi corazón. Si pudiera convencerlo de mi inocencia, tal vez todo iría bien entre nosotros, dentro y fuera del dormitorio.


Según avanzó el embarazo, mi vida adoptó una rutina similar a la que había seguido cuando llegue a Venecia a vivir con Edward. Empezo a pasear conmigo por la ciudad y a llevarme a restaurantes, dándome por fin la oportunidad de hablar con él.


Pero, aunque era lo que llevaba deseando semanas, sabía que tenia que ir despacio, mantener las conversaciones en terreno neutral. Estaba intentando cimentar lo que sería la vida futura de mi hijo mientras tuviera la oportunidad. No podía arriesgarme a estropearlo todo con un comentario desafortunado.


Una noche, él me sorprendió llevándome a Marco’s. Era la primera vez desde la terrible discusión en la que Edward había expresado sus sospechas sobre él.


Me tensé inconscientemente cuando entramos. Era terrible que me hubiera llevado allí, sobre todo cuando últimamente nos llevabamos tan bien. Marco haría algún comentario y no sabía cómo reaccionaría Edward.


–¡Bella, Edward! –Marco fue hacia nosotros e hizo una extravagante reverencia–. Me alegra veros después de tanto tiempo.


–Marco –Edward saludó al dueño del restaurante con voz neutra.


–Mamma mia! ¡Enhorabuena! –exclamó, contemplando mi abultado vientre.


–Gracias –Edward me condujo a la mesa y me apartó la silla él mismo.


–Me alegra verte de nuevo en Venecia tras la última vez –dijo Marco, dirigiéndose a mi. Luego miró a Edward y sus ojos destellaron con un brillo protector–. Debió de preocuparte mucho pensar en tu amor recorriendo sola las calles una noche fría y neblinosa.


Era el comentario que tanto había temido. Me había esforzado mucho para arreglar las cosas con Edward, por el bien de mi hijo nonato y por mi propia felicidad. En ese momento, me pareció más fácil asumir la culpa para que Marco no pensara lo peor de Edward.


–Fue un tonto malentendido – dije.


–No, era mi responsabilidad –dijo Edward con calma, poniendo su mano sobre las mías – Quiero darte las gracias por cuidar de Bella cuando yo no lo hice.


–Debes de estar encantado de tenerla de vuelta –dijo Marco. Seguía teniendo una mirada suspicaz yo deseé poder cambiar de tema.


–Es... fantástico estar aquí –balbuceé.


–Ahora es mi esposa –añadió Edward, con voz grave.


–Molte congratulazioni! –Marco sonrió de oreja a oreja y su severidad se esfumó. Llamó a un camarero para que llevara una botella de Prosecco.


Sentí la presión de la mano de Edward y miré su rostro. Estaba tan guapo como siempre, pero no pude leer su expresión. ¿Intentaba decirme que no creía que hubiera tenido una aventura con Marco?


Tal vez solo quería que entendiera que, a pesar de que me consideraba infiel, si no con Marco con otro, simularía para garantizar la felicidad de su abuelo.


Nos sirvieron vino y siguió una serie de brindis por los recién casados, así que dejé de pensar en eso.










–Tienes un aspecto terrible –dijo Edward, ayudándome a subir los últimos escalones y conduciéndome al sofá del estudio.


–Gracias – intente sonreír, pero no me sentía bien.


–Llamaré al medico –dijo Edward, arrodillándose ante mi para mirarme bien.


–No hace falta. Fui a revisión hace dos días. Todo va bien, me acaloré volviendo de visitar a André.


Edward juró entre dientes y fue a la zona del bar para prepararme un vaso de agua mineral con hielo.


–Perdona –dijo, ofreciéndomelo – Debí pensar en traerte algo de beber inmediatamente.


–No importa – me emocionó su preocupación – Necesitaba sentarme antes que nada.


–No deberías caminar con este calor. Tienes que descansar unos días. Cuando te recuperes, si quiere ir a visitar a mi abuelo, debes hacerlo en barco.


–No necesito descansar unos días –protesté – Mañana estaré bien. Y necesito andar para hacer algo de ejercicio, eso es bueno.


–Voy a llamar al medico –afirmó él–. Quiero enterarme yo mismo de lo que te conviene. No permitiré que hagas más de lo necesario.


Lo miré con asombro y consternación. Embarazada de siete meses aún estaría trabajando a tiempo completo, si no tuviera el privilegio de estar casada con un hombre rico.


–Tienes los tobillos hinchados –Edward se inclinó para quitarme las sandalias – ¿Eso es normal?


–Creo que sí –dije. Edward empezó a masajearme los pies para borrar las marcas dejadas por las tiras de las sandalias y luego siguió subiendo hasta las rodillas – A no ser que sea excesivo. La comadrona siempre lo comprueba, pero no sé qué significa.


–Se lo preguntaré al medico.


–En serio, ya estoy bien –proteste de nuevo. El vaso e agua me había refrescado y me sentía mejor. Más que mejor. Sentir los dedos de Edward empezaba a disparar mi libido. Estar en el tercer trimestre de embarazo no había disminuido mi deseo físico por él – Pero creo que estaría mejor si me refrescara en la ducha.


Edward me alzó en sus fuertes brazos y me subió al dormitorio. Me llevó al cuarto de baño y me dejó en el suelo de mármol. Estaba deliciosamente frío y, como siempre que estaba junto a Edward, senti plena conciencia de mi propio cuerpo. Cada milímetro de mi piel anhelaba tocarlo o ser tocado por él.


–¿Necesitas ayuda? –preguntó él. Sus ojos se oscurecieron y adivine que sabía exactamente lo que necesitaba.


–Me encantaría algo de ayuda –tragué aire mientras él abría la ducha. Luego, se agachó, agarró el bajo del amplio vestido de verano y me lo sacó por la cabeza.


Él se libró de su ropa rápidamente y la lanzó hacia el dormitorio de un puntapié.


–Eres bellísima –dijo, acariciando el vientre hinchado al tiempo que empezaba a quitarme las braguitas.


Me apoye en sus hombros para ayudarlo. El seguía adorando mi cuerpo, a pesar de lo avanzado de mi embarazado. Era muy inventivo a la hora de encontrar formas de disfrutar haciendo el amor a pesar de los cambios de mi cuerpo. Su modo de tratarme me daba esperanzas con respecto al futuro.


Me desabrochó el sujetador y luego, desnudos, entramos juntos a la ducha. Suspire cuando Edward empezó a aplicarme gel. Estar con él era increíble.










Esa tarde Edward me llevó a su casa en las montañas Dolomite. En cuanto descendi del helicóptero, noté que mi cuerpo se relajaba con el frescor. No me había dado cuenta de que siempre tenia calor en Venecia; el palazzo tenía aire acondicionado, pero el aire de la montaña era mucho más refrescante.


–Es increíble –dije, mirando las vistas.


–El chalé es un refugio muy útil –dijo Edward – Y será un buen lugar para que descanses.


–No se puede decir que haga mucho en Venecia –proteste, volviéndome para mirar lo que suponía era el chalé de Edward. No encajaba con mi idea de lo que era un chalé, basada en las pequeñas casitas de vacaciones en las que a veces nos habíamos alojado mi mamá y yo en verano. No en un impresionante edificio de madera que parecía un exclusivo centro de esquí alpino – Estoy embarazada, no inválida.


–El medico dijo que te iría bien salir de la ciudad – Edward tomó mi mano y subimos los escalones de madera hasta el un impresionante balcón corrido que parecía rodear todo el edificio – Y estoy de acuerdo.


Entramos en la zona de estar de la planta baja, organizada para sacar el máximo partido a las increíbles vistas.


–Siéntate y descansa mientras hablo con el ama de llaves sobre la cena.


Me hundí en un cómodo sillón. Mis pies me lo agradecieron, a pesar de que acababa de bajar del helicóptero. Y había pasado casi toda la tarde durmiendo, hasta que Edward me despertó porque había llegado el medico.


El diagnostico fue que todo iba bien, y que podía salir de la ciudad unos días. Cuando se marchó, le dije a Edward que no quería interferir con su trabajo, pero descubrí que Edward había hecho el equipaje mientras yo dormía.


Sabía que, cuando Edward decidía algo, era imposible hacer que cambiara de opinión. Y me emocionó que se hubiera molestado en hacer mi equipaje. Nadie me había hecho una maleta en mi vida. Si hacia un breve viaje con Renée, era yo quien comprobaba que no olvidáramos nada esencial.


EPOV






Te he traído una bebida – me detuve en el umbral con un vaso de agua con hielo en la mano, y la contemple admirando las vistas.


Estaba preciosa. Sus mejillas tenían un suave resplandor, llevaba el pelo recogido en la nuca, pero algunos rizos castaños se habían escapado y se arremolinaban junto a un lado de su rostro.


–Gracias –se volvió hacia mi y sonrió, iluminando aún más su ya radiante rostro. Me alegre de haberla sacado de la ciudad. Podía tenerla entera para mi, sin distracciones. Pronto nacería el niño y nada sería igual. Bella tendría otro centro de interés en su vida y la agradable rutina que habíamos establecido cambiaría.


–He supuesto que querrías beber algo, últimamente siempre tienes sed –le pasé el vaso y me senté frente a ella.


–No sabía que tenías esta casa –dijo Bella, tras tomar un largo trago de agua–¿La usas a menudo?


–Para esquiar en invierno –dije, recordando que había pasado casi dos semanas, tras la marcha de Bella, lanzándome por las pistas – Y es un sitio tranquilo para alejarse del bullicio en verano.


–Nunca me habías traído aquí –dijo Bella.


–No nevó hasta tarde este año, y para entonces ya tenías lo que creímos era un virus estomacal.


–Ah –Bella se llevó la mano al cabello. Se dio cuenta de que era una masa de rizos, tras haber hecho el amor en la ducha. Yo la había dejado durmiendo en la cama y después no había tenido tiempo de alisárselo de la forma habitual antes de salir de la ciudad.


–Si recuerdo haberte dicho que me gustaba tu cabello liso –dije de repente–. Tiene un brillo precioso cuando lo alisas, pero me encantan como cae en ondas cuando no lo haces.


Bella me miró, atónita por mi confesión.


–Entonces, ¿por qué dijiste que no te gustaba liso?


–No quería decir eso –conteste, deseando no haber sacado el tema – Es solo que lo prefiero rizado.


–Bueno, me alegro –dejó el vaso en la mesita de café y se levantó para venir hacia mi. Eche la cabeza hacia atrás para mirarla mientras se sentaba en el brazo del sillón y me pasaba los dedos por el cabello – Porque ése es su estilo natural.


Mi cuerpo reaccionó de inmediato, como siempre. Sólo mirarla era suficiente para excitarme. Era maravillosa. Incluso con el cambio de su cuerpo, no me cansaba de ella.


–Te he traído aquí para descansar –alce la mano y acaricié su pómulo con los dedos.


–Pues será mejor que me enseñes el dormitorio – me dijo. Sus ojos brillaron con una invitación sexual.










BPOV






Durante los dos días siguientes, llegue a pensar que no había sido tan feliz en toda mi vida. Había decidido no preocuparme por el futuro y me concentre por completo en el presente, consciente de que podría ser mi última oportunidad de estar a solas con Edward.


Nunca había pasado tanto tiempo seguido con él. El había ignorado su móvil y su ordenador portátil para concentrarse en mi. Era el paraíso.


Edward era maravilloso. Atento a todas mis necesidades, me cuidaba y me llevaba a visitar sitios bonitos durante el día. Por la noche me hacía el amor de forma exquisita.


–Tienes suerte de haber crecido cerca de aquí –suspire, admirando el paisaje. Edward me había llevado a una bonita pradera alpina, cubierta de flores silvestres, para hacer una comida campestre.


–Siéntate y descansa –dijo él, extendiendo una manta sobre la hierba–. Aún tienes que regresar al telecilla andando.


–Estoy algo cansada – admití, pasándome una mano protectora por el vientre y curvando la espalda para frotarme las lumbares.


–Deja que lo haga yo –Edward se agacho a mi lado y empezó a masajear el punto exacto que me dolía.


–Ah, qué maravilla –murmuré inspirando con deleite y disfrutando de la presión de su mano – Ojala tuviera energía suficiente para bajar allí –añadí, mirando el cristalino lago de montaña.


–Te llevaré mañana –ofreció Edward – Conozco una ruta diferente y más corta.


–Me mimas demasiado –Me volví para mirarlo – ¿No tienes que regresar a la ciudad?


–Los negocios pueden esperar –Edward encogió los hombros–. Pronto acabará el verano, y aunque esto es precioso en invierno, hace demasiado frío para comer fuera. Vamos a disfrutarlo –Edward abrió la cesta y sacó una botella de agua mineral, zumo de frutas y la deliciosa comida que había preparado el ama de llaves.


–Creo que no deberíamos pasar demasiado tiempo fuera – dije – Odio pensar que André esté solo, sin visitas.


–Tiene visitas –contradijo Edward, con voz seca – No era un recluso antes de que llegaras tú.


–No he dicho que lo fuera –dije, molesta por la súbita brusquedad de Edward – Creí que te gustaba que le hiciera compañía.


–Y yo creí que eras feliz aquí –dijo Edward – Pero si prefieres volver a casa, volaremos esta tarde.


–¿Por qué siempre tiene que ser todo o nada contigo? – exprese mi frustración sin pensarlo. Me gustaba que Edward fuera fuerte y decisivo, pero a veces deseaba que no lo viera todo blanco o negro.


–No entiendo lo que quieres decir –me paso un plato de comida, lo acepte con cierta desgana.


–Quiero decir que he sido feliz aquí, muchísimo – explique - Eso no impide que piense en André. Pero no quería decir que nos fuéramos de inmediato.


–Tiene a gente que se ocupa de él veinticuatro horas al día –Edward mordió el pan con furia.

EPOV


Pensé en mi abuelo. Le debía hacer felices sus últimos días. Y, aunque en cierto sentido me irritaba, sabia cuánto lo alegraban las visitas de Bella.


Maldije mi egoísmo por querer mantener a Bella alejada de la ciudad por mi propio placer. Tendrían que volver a Venecia.


–Quiero a tu abuelo –dijo Bella de repente – Me acepta y no me juzga.


–No sabe lo que has hecho –dije con voz controlada pero tensa, deseando que Bella no me hubiera recordado su traición – Yo sí lo sé, pero no soy quien sigue sacando el tema. Conozco la verdad.


–Nuestro hijo crecerá sin conocer a su bisabuelo –dijo Bella como si, pérdida en sus pensamientos, no me hubiera oído – Pero André quiere que crezca conociendo la historia de su familia, sabiendo de dónde viene y a lo que pertenece.


La miré, incapaz de creer que siguiera hablando así. Apreté los puños e intenté controlar mi creciente ira. ¿Por qué se empeñaba en decir cosas que me recordaban su infidelidad?


–Yo nunca sentí que perteneciera a nada. Mi padre no me quería y mi madre apenas conseguía salir adelante – dijo – Por encima de todo, quiero que nuestro hijo sepa que es deseado y querido de verdad. Que sepa que pertenece a su familia.


–Mi abuelo es viejo ahora –dije apretando los dientes – No te habría parecido tan agradable hace unos años. Era un hombre formidable.


–Ya lo sé. Sigue siéndolo –contestó ella rápidamente–. Obviamente, es cosa de familia.


–Sabe que le queda poco tiempo –dije – Creo que eso ha intensificado sus deseos.


–Estoy de acuerdo. De eso estamos hablando.


–Estamos hablando de su deseo de un bisnieto.


–Y es lo que vamos a darle –dijo Bella.


–Es lo que él cree que vamos a darle – masculle – El hecho de que esté dispuesto a reconocer al niño como mío, por la felicidad de mí abuelo, no implica que haya olvidado la verdad.


–Yo tampoco la he olvidado –Bella se apartó el pelo de la cara con un gesto de exasperación.


–Déjalo ya –dije – Puedes simular que el niño es mío ante el resto del mundo, pero no me insultes hablándome como si yo no supiera la verdad.


–No pareces saberla. Y no sé por qué no me das una oportunidad. Accedí a no volver a mencionarlo porque sabía que no arreglaríamos nada Si seguíamos discutiendo. Pero creía que habíamos empezado a crear un vínculo y no entiendo por qué sigues negándote a escucharme.


Apreté mas los puños. Me sacaba de quicio que siguiera alegando inocencia. No lo soportaba más.


–Se que no es mío porque no puedo tener hijos




HOLA
hoy no me tarde tanto... estoy intentando a marchas  forzadas terminar esta historia pronto para enforcarme en la otra historia!!

muchas gracias por su apoyo! y por sus comentarios... dejenme saber que les parece el comportamiento de Edward...

cariños

Vanessa

8 comentarios:

  1. Hola me gusta la historia...pero supuestas verdades hacen supuestos enganos no crees? sino explicas los enganos como se podra defender Bella.. no me despido y nos seguimos leyendo

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  2. Hola! el capi esta muy bueno,pero no entiendo x q Edwrad cree q es esteril?
    me encanta el lado tierdo de Edwrad,ojala q ya nazca el bebe y se paresca el,y q sepa q el es su papa, para q ya no siga actuando como un patan.

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  3. Bueno, ahora solo me queda decirte que espero que sigas con este buen ritmo...
    solo espero que no termine todo este rechazo de Edward a la verdad en dos renglones...
    te estare esperando.
    cariños =)

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  4. Me encanto el capi!!! Que bueno que actualizaste ràpido ojala sigas teniendo tiempo para traernos capis nuevos.
    Besitos:)

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  5. Hola..!!!!


    Men gusto mucho el capitulo.. Es una lastima que practicamente Edward este usando a Bella.. no es justo.

    Me muero por saber que va a hacer ahora Bella...!!!


    SALUDOS...!!!!!

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  6. holy cow!! apoyo a Edward... ok no la vdd pero bueno tmb decirte q pff!! q denso el tipoo pff!! pero bueenooo todoo se resolvera lo se lo se lo seeee!!!

    xoxo
    M

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  7. es un hijo de su kyaaaaaa ya casi se va asaber la verdad nooooooooooooooooohay hay perdon x no aver dejdo un comment pero aqui te lo dejo x fa actualiza ya estamos en noviembre plissss

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